Y ahora vamos a contar: mentiras, verdades, qué más da! Empezamos con la narración. Os dejo un texto de Luís Landero:
Al fin y
al cabo, nos pasamos la vida contando historias: es decir, contando
lo que nos pasó ayer, lo que esperamos hacer mañana, lo que hemos
pensado, imaginado o soñado, contando lo que alguien nos contó o
recordando, que es también una forma de contar.
Todos
somos Simbad, ese mercader que vive pacíficamente en Bagdad y que un
día se embarca para ir a negociar a lejanas tierras, sufre un
naufragio y corre aventuras magníficas. Y esto le sucedió siete
veces. Luego, con los años, regresa definitivamente a Badgad, retoma
su vida ociosa y se dedica a contar sus andanzas a un breve auditorio
de amigos.
Pues
eso es lo que más o menos hacemos cada día. Simbad es Proust, pero
también es la señora que vuelve del mercado y le cuenta a las
vecinas lo que acaba de ocurrir en la frutería.
No
sé por qué, pero nos produce placer narrar, recrear con palabras lo
que hemos vivido. Recrear, es decir que nunca contamos fielmente los
hechos, sino que siempre inventamos o modificamos algo: a la
experiencia real le añadimos la imaginaria, y eso es sobre todo lo
que nos produce placer.
De
ese modo, vivimos dos veces el mismo hecho: cuando lo vivimos y
cuando lo contamos. A menudo pasa que, en la realidad, hemos
representado papeles secundarios en un suceso; al contrario, sin
embargo nos reservamos el papel de protagonista (aunque sólo sea
porque lo hemos contado desde nuestra perspectiva). La realidad nos
pone en nuestro sitio; luego, nosotros, por medio de la narración,
ponemos a la realidad en el suyo. El mendigo deviene en príncipe, la
realidad se rinde ante el deseo, la vida se confunde por un instante
con el sueño.
Luis
Landero
No hay comentarios:
Publicar un comentario